Una Vida Buena

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Esa en la que no nos tomamos "tan enserio"; en la que nos reímos de nosotros mismos, disfrutando cada instante de respiro, cada flor en el camino, cada melodía en el aire.

Hasta que pasan los años, y nos alcanza el cansancio, el alma se agota y las ilusiones se pierden, nos damos cuenta que hemos vivido SOLO PARA NOSOTROS MISMOS, ESPERANDO DEMASIADO DE LOS DEMÁS, CREYÉNDONOS INDISPENSABLES, VOLVIÉNDONOS ALTANEROS Y AMARGADOS.

Hasta el instante en que decidamos ser sensibles a nuestro Hacedor, obedezcamos su verdad, descubriendo nuestro propósito y llevándolo a cabo, podremos tener lo que es “una VIDA BUENA”:

– esa que se vive intensamente, sin necesidad de excesos de ninguna clase.

– esa en la que nuestro hacer y quehacer tiene que ver con mejorar la calidad de vida DE LOS DEMÁS, por el gozo y privilegio de SERVIR, sin esperar nada a cambio: ¡solo por el placer de hacer feliz a otros con todo lo bueno que Dios puso en nuestra vida!

– esa en la que no nos tomamos «tan enserio»; en la que nos reímos de nosotros mismos, disfrutando cada instante de respiro, cada flor en el camino, cada melodía en el aire.

– esa en la que LA PAZ DEL CIELO gobierna todo nuestro mundo interior; allí donde las preocupaciones, se vuelven oraciones y se envuelven con buenas acciones, dejando lo malo atrás y extendiéndonos en esperanza hacia lo que sigue.

– esa que se queda con lo mejor de otros, incluso de aquellos que nos hirieron, que olvidaron nuestros favores.

– esa vida buena que consiste en tener lo indispensable, agradecidos con lo que hay en nuestras manos, a la espera de lo mejor de Dios, si él cree que requerimos de algo más.

– esa vida buena que cuenta historias inspiradoras, no comentarios de juicios mezquinos acerca de otros, solo porque «no son como nosotros».

– esa vida buena que ríe mucho, que baila con los suyos en la cocina, que toca en la guitarra canciones de alegría y esperanza, y se niega a la música de la desesperanza.

– esa vida buena, resultado de la presencia misma del Dios amoroso que nos puso aquí solo por tiempo corto, para ser refugio de muchos, consuelo de los menesterosos, para ser amigos verdaderos, de esos que se quedan a pasar de todo.

«YO HE VENIDO PARA QUE TODOS USTEDES TENGAN VIDA, Y PARA QUE LA VIVAN PLENAMENTE».

Jesucristo, a través la la escritura de San Juan, apóstol, capítulo #10, verso #10b (T.L.A.)

¡Palabras de Cristo,  tan profundas como tiernas! 

     Lic. Eunice Aguilar N. 

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