¿Sabe qué es «VIVIR EN MEDIO DE LA GRACIA»?
Lo cierto es que, aún cuando hemos escuchado el término en repetidas ocasiones, y aún lo hayamos utilizado más de una vez, no lo entendemos del todo hasta que la escribimos o verbalizamos en contraposición a «DESGRACIA».
Es más, utilizamos este último término como una ofensa a alguien que nos ha herido, o para referirnos a alguien que nos desagrada; «es un desgraciado», decimos.
El término en español, alude a alguien con habilidades extraordinarias o alguien con simpatía o atractiva personalidad.
Sin embargo el contexto del texto bíblico alude a un individuo sobre quien está EL FAVOR INMERECIDO DE PARTE DE DIOS.
Es una persona en quien Dios derrama bondad, equilibrio y contentamiento permanente, de manera extraordinaria, para vivir por sobre sus circunstancias, sean estas de extrema abundancia o dolor.
Una persona que «vive en la gracia divina», SABE VIVIR EN LA ABUNDANCIA, sin orgullo, altanería ni soberbia; y SABE VIVIR EN MEDIO DEL DOLOR, sin quejas, amarguras, reclamos o resentimientos.
Es un individuo que SABE CONFIAR EN EL PLAN ETERNO DE PARTE DE DIOS, DEL QUE SE SABE PARTE ACTIVA, Y VIVE AGRADECIDO «CUALQUIERA QUE SEA SU SITUACIÓN».
Lo interesante de esto es que, ¡no existe una sola persona que pueda vivir de ese modo, si CRISTO NO ES EL CENTRO DE SU VIDA, DUEÑO DE SU MUNDO INTERIOR!
Mire que podemos ser sinceros creyentes pero NO NECESARIAMENTE significa que él gobierne nuestras vidas.
Lo comprobaremos en cualquiera de los «extremos» de la vida: la sobreabundancia , o la carencia de todo; en medio de las ganancias, o en medio dolor inexplicable de las pérdidas.
En ninguno de estos extremos se puede vivir en plenitud, a menos que Cristo nos gobierne.
Esta es la situación por excelencia, que funge como nuestro «catalizador de fe».
Hemos de DECIDIR, vivir EN MEDIO DE LA GRACIA DIVINA, A TRAVÉS DE CRISTO (dador de esa gracia) para VIVIR EN PLENITUD, mucho más allá de «cómo nos esté yendo» en estos precisos instantes.
Así es como se le fue enseñado al respecto a San Pablo, apóstol:
«Y él me ha dicho: Te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad.
Por lo tanto, muy gustosamente me gloriaré en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí». 2a carta paulina a los creyentes en Corinto, capítulo 12, verso 9 (N.T.V.)
¡Hoy, como siempre Señor, agradezco el privilegio de vivir sumergida en tu gracia!
Lic. Eunice Aguilar N.