Hoy, una vez más como en toda mi vida, hago mías las palabras de esta declaración de San Pablo, apóstol:
“Sólo queda decir que, si Dios está de nuestra parte, nadie podrá estar en contra de nosotros.
¿Quién podrá separarnos del amor de Jesucristo? Nada ni nadie. Ni los problemas, ni los sufrimientos, ni las dificultades…En medio de todos nuestros problemas, estamos seguros de que Jesucristo, quien nos amó, nos dará la victoria final”.
Así, amado Dios, es que nos refugiamos en ti, en tu palabra inalterable y eterna.
Así es como nos confiamos, como individuos y nación, más allá de toda condición, aferrados a vivir creyendo en ti, y no en nuestras circunstancias.
Nuestro corazón reposa y espera en ti.
Ruego el regalo de tu paz y armonía en nuestras mentes, así como en nuestras calles.
Que aquello que tantos siglos hemos rezado de:”vénganos tu reino. Hágase tu voluntad…”, se haga hoy una dulce realidad.
Porque donde tú gobiernas el mundo interior de un individuo, allí se actúa con sabiduría e inteligencia del cielo, esa que nos hace fuente de esperanza y amor, y dónde reina ese tu amor, no reinará nunca el temor, ni haremos mal a nadie.
Lo creo: ¡lo tengo!
No lo creo…y se evidenciará.
Lic. Eunice Aguilar N.